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REGRESO DE LAS VACACIONES Y LA ACTITUD DE LOS PADRES

Te dejo una  entrada que escribí el 31 de agosto en mi Facebook:

En estos últimos días del verano vienen días de mucho trasiego, de mucho movimiento en la carretera…. nos esperan esos largos desplazamientos hasta volver a casa. Ayer oí que las cifras muestran que el medio de transporte preferido es el coche y la media a la que nos encontramos de nuestro hogar son 500 kilómetros… ¡Qué pereza! ¿no?, qué pereza da coger el coche para hacerte no sé cuántos kilómetros. Esos tiempos muertos en los que te desesperas y no sabes ni qué hacer tú ni qué hacer con los niños – porque si tienes niños hay que darle a la imaginación.
Pensar que los atascos o los desplazamientos eternos y los ratos muertos de espera durante los viajes se pueden convertir en ratos agradables para disfrutar en familia sé, que a priori, es difícil hacerse a la idea pero es del todo posible.
Entonces ¿cuál debe ser nuestra actitud?, ¿cómo debemos afrontar estos largos viajes que nos esperan para no caer en la frustración y/o en el mal humor? El problema o la solución se encuentra en el ajuste de la expectativa. No podemos cambiar la expectativa porque, por ejemplo, si no hubiéramos empleado ese tiempo en viajar al irnos de vacaciones no hubiéramos llegado a ese maravilloso sitio, en donde todos los veranos disfrutamos de los primos o de las amistades del verano, de dormir sin el calor de la ciudad y descansar, etc . Hay veces que igual no es tanto la distancia sino el tiempo que “perdemos”… Sí, bueno,” perdemos” pero lo “perdemos” y estaba contemplado… ¿o no de manera realista?
Luego, hemos de contar con esos tiempos de viaje sabiendo que es un día que no has perdido sino que es necesario y a partir de ahí, aprovechémoslo de la mejor manera que podamos. Si antes de comenzar el viaje somos conscientes o lo hacemos consciente que lo real es que es necesario utilizar ese tiempo en el viaje y, por tanto, nos preparamos mentalmente para ello con una actitud positiva y de aceptación, todo en el viaje será mejor. Por ejemplo, si hemos decidido volver el último día, justo antes para apurar al máximo pues contemplemos entonces que tenemos necesariamente un atasco y ese momento de espera me parece importante.

Por tanto, ¿cuál es la actitud más importante o la más adaptativa y más adecuada? Más allá de no proyectar la frustración de “expectativas frustradas” sobre el otro miembro de la pareja –esposo- o sobre los hijos, lo mejor es aprovechar ese tiempo que tenemos por delante de 5 ó 6 horas ya que estamos recluidos en un coche o un tren- bueno en un tren al menos te puedes levantar y andar- o en un avión o barco. Nos podemos preguntar ¿de qué forma podemos hacer más amena esos ratos de convivencia familiar en esos largos desplazamientos que nos esperan hasta volver a casa?
Sobre todo, esa convivencia familiar parte de la actitud de los padres pues el niño va a respirar mucho en función de cómo está respirando papá y mamá en el asiento de delante. Si ellos están peleados, nerviosos y están proyectando sobre los hijos y el otro miembro de la pareja –esposo- toda la serie de pensamientos negativos o ideas catastróficas sobre lo que les espera en el viaje o también a la vuelta de vacaciones, los demás miembros de la familia también se van a impregnar de dichos pensamientos generándose un ambiente nocivo.
Los niños aprenden mucho más de nuestra comunicación no verbal (actitud no verbal) que de la comunicación verbal. Por ejemplo, cuando el hijo está cansado y lo manifiesta, si la madre dice “Ahora paramos” con una sonrisa acompañada de una mirada dulce y cariñosa será positivo frente a decirlo con un tono de voz tenso, añadiendo adjetivos descalificativos o con expresión enfadada o molesta que llevará al hijo a sentirse inseguro, triste por “molestar” o “enfadar” a sus padres…Si volvemos enfadados o melancólicos con un ambiente que huele a nostalgia por el fin de las vacaciones, la imagen y el mensaje que los padres lanzamos a nuestros hijos es que vamos a algo malo, ¡cuidado que nos espera algo catastrófico!…En cambio, si ese tiempo en el coche, de estar juntos en familia lo aprovechamos para hablar, comentar y compartir lo que hemos vivido o lo que estamos a punto de vivir, con entusiasmo y optimismo, para hacer un balance de lo que ha sucedido y para empezar esta nueva etapa porque es un nuevo curso con una actitud buena y empezar a planificar juntos, el cansancio del viaje se suple con la satisfacción del momento vivido. Incluso si el viaje es muy largo – más aún si se viaja con niños pequeños- se puede parar a disfrutar de algunos sitios por los que pasamos, parar a comer o a dormir…
En cualquier caso, ¡qué bonito momento para hacer un periodo de reflexión!, para hablarle al niño/adolescente y conversar de sus cosas, de las de la familia…en el caso de adolescentes, muchas veces necesitan un ambiente tranquilo y distendido para hablar que, si se propicia en el viaje nos contarán de sus amistades, de cómo han disfrutado con tal o cual cosa este verano, aprovecharán para preguntarnos o hablarnos sobre algo que les preocupa o tienen interés por conocer. Porque luego cuando llegue a casa, él va a estar bastante nervioso y cansado; y nosotros, con la logística de poner en marcha una casa de cero será más difícil o no podrá mantenerse este tipo de conversaciones o de disfrute en familia de algún juego de manera amena y distendida. Aprovechar ese espacio de tiempo del viaje para hablarle de lo que está por llegar, del colegio que está a punto de empezar y recordar lo mucho que le apetece ir al cole para ver a sus amigos y contarse el verano. Podemos hablar de lo que va a recuperar tanto a nivel de rutina y disciplina como a nivel de compañeros, de amistades y de viejas actividades que lleva sin practicar dos o tres meses y retomar contacto con un deporte que le gusta mucho. Los tiempos de espera que se produzcan en el viaje, cualquier momentito que nos permita un poco de calma será un buen momento para hablar de lo que va a pasar y para que asuma compromisos, a la vez que no solamente contarle sino que él participe activamente, proponiendo ideas y sugerencias que tenga y pueda aportar a la vida familiar y nosotros escuchando activamente. Que se involucre y reflexione en lo que va a hacer el siguiente curso (la gestión de sus horarios,etc) pues además, para nosotros esa reflexión de sí mismo en 5 minutos es enriquecedora en términos de futuro de identidad y de compromiso para los niños,momento muy positivo.
También podemos jugar al “veo veo”, “las palabras encadenadas” incluso cantar -que les encantan a los niños- o dejar elegir la música a escuchar en el viaje cuando se trata de adolescentes e interesarse como padres por sus gustos musicales sin enjuiciar sus gustos aunque no los compartamos. O ¡cuántos de nosotros no recordamos un montón de viajes precisamente porque había por ahí un abuelo una abuela que nos enseñó un jueguecito o una canción en aquel momento en que ya estábamos muy cansados! Efectivamente son momentos más distendidos para compartir también vínculos y para hacer cosas pequeñas, experiencias de vida que luego se quedan grabadas en la memoria de por vida.
O porqué no coger un mapa de España o dónde estamos viajando enseñarles por dónde estamos, intentando meter una punta de la cultura del sitio, incluso de la gastronomía del lugar. Viajar nos enriquece si lo hacemos activamente, no si lo hacemos de forma pasiva. Viajar es importante en nuestra vida y no si nos dejamos llevar y que me lleven y me lleven a este otro lugar y mira lo que comí pero no sé ni de dónde viene esto ni qué sentido tiene… ¡Hay que encontrarle precisamente el bagaje cultural!
En conclusión, pensar y actuar en positivo, ver lo positivo de esta experiencia y sobre todo llevar el control –que no controlar la situación- con sentido común y con sentido del humor porque a veces es verdad que mucho tiempo en un atasco puede acabar con la paciencia de cualquiera, sin niños o con niños en el coche que te puede desesperar todavía más. Pero con esto tienes que contar.

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